Aumento de los costes para los agricultores tras varios años bajo la influencia del cambio climático
Semejante aumento de los costes para los agricultores no tiene precedentes.
El precio del nitrógeno ha aumentado en más del 300%, y todos los costes (tractores, combustible, mano de obra, etc.) se han incrementado notablemente. Esta situación se da en un contexto de un fuerte aumento de los precios de los cereales, el maíz, la colza, la soja, etc., algo que permite que sea aceptable para el agricultor.
Obviamente, los precios de las verduras debían seguir la misma tendencia que la de los cereales para poder mantener el interés y la motivación de nuestros agricultores. Actualmente se están ultimando las negociaciones contractuales con los agricultores sobre las materias primas. Por todo ello, este año también estamos presenciando subidas de precios sin precedentes.
Situación en los campos
En el sur de Europa la producción invernal de brócoli se ha visto fuertemente influenciada por las inundaciones en el valle del Ebro. Al mismo tiempo, tanto Portugal como el sur de España apenas han tenido precipitaciones en los últimos 3 meses y pronto empezará la temporada seca. Como consecuencia de ello, los agricultores deben irrigar en estos momentos, generando así unos costes de electricidad extremadamente elevados, y el nivel del agua subterráneo es más bajo del habitual. En varias regiones, como Andalucía, se han implementado fuertes restricciones para las cantidades de agua disponibles para el riego. Como consecuencia, los agricultores deben ajustar sus cultivos y plantar menos cantidad de maÃz dulce u otros cultivos porque requieren una gran cantidad de agua para el riego.
Estas condiciones climáticas secas fueron muy positivas para la siembra de guisantes y habas en el sur de España y en Portugal. Al suroeste de Francia la siembra de guisantes comenzó a mediados de febrero en buenas condiciones.
En el norte de Europa casi no hemos tenido heladas y los cultivos de invierno, como las zanahorias, las coles de Bruselas y el puerro se han podido cultivar con una buena calidad y rendimiento. Las espinacas de invierno, sembradas en septiembre/octubre, parecen muy prometedoras y podrán cosecharse en abril.
Tiempos difíciles
Los efectos de la situación de la COVID-19 son evidentes y dan lugar a una situación de oferta-demanda volátil. Por ejemplo, los sucesivos confinamientos y restricciones han provocado la fluctuación de las ventas entre nuestros clientes de hostelería.
Las consecuencias de la actual coyuntura en Ucrania, como gran productor de cereales, trigo y maíz, ya se dejan notar y ejercen mayor presión sobre los productos agrícolas.
Los precios del grano, que ya eran de récord, vuelven a subir un 50 % y la situación sigue siendo muy volátil. Rusia, el proveedor de abono más importante de Europa, presiona con la disponibilidad y asequibilidad de los fertilizantes. Los precios del nitrógeno, que ya antes de la crisis eran unas tres veces más caros de lo normal, seguirán la misma tendencia, pero, de momento, los agricultores no suelen disponer de oferta y la mayoría de los cultivos se sembrarán en las próximas semanas.
A esto se suma el impacto climatológico de determinadas cosechas importantes, que aumenta el coste del riego, de las variedades de semillas resistentes al calor y de los fertilizantes. Además, las industrias agrícola y alimentaria se enfrentan a retos adicionales, que van desde las restricciones en transporte y el suministro de materias primas hasta
el aumento de los costes a través de toda la cadena de valor.
Con nuestra línea Mimosa+ (Minimum Impact, Maximum Output, Sustainable Agriculture), continuamos con nuestros esfuerzos por minimizar la huella medioambiental y por incrementar la resistencia de nuestros cultivos frente a los retos del cambio climático.
Dentro de esta excepcional combinación de sucesos, Ardo hace todo lo posible por mantener el equilibrio junto con sus clientes.